Malnutrición intrahospitalaria y terapia nutricional parenteral en el paciente con enfermedad renal o hepática
Editorial
En este número se encuentra el artículo “Definiendo
la desnutrición pediátrica: cambios de paradigmas relacionados
con la etiología”, el cual es una traducción
autorizada por la American Society for Parenteral and
Enteral Nutrition (ASPEN) sobre la forma y el procedimiento
para definir la malnutrición pediátrica.
En primer término, es importante mencionar la
diferenciación que se hace entre las definiciones de
malnutrición y desnutrición. Muchos de nosotros, que
practicábamos y enseñábamos la evaluación nutricional
años atrás, siempre enfrentamos la dificultad de
definir el diagnóstico nutricional cuando el paciente se
encontraba con edemas, con exceso de peso u obesidad
y presentaba valores de albúmina sérica menores de
3,0 g/dl. En ese entonces, se clasificaba como “kwashiorkor”,
aunque distaba mucho de serlo. En el artículo
de Mehta, et al., se hace un llamado especial para definir
la desnutrición, buscar su etiología y, finalmente,
incluirla entre los diagnósticos médicos. El término de
‘malnutrición’ incluye a los pacientes con sobrepeso u
obesidad y el de ‘desnutrición’ se encuentra ligado a la
nutrición deficiente.
Entonces, ¿qué papel juega la
albúmina en la clasificación
nutricional?
La hipoalbuminemia en un problema frecuente en
los pacientes con enfermedades crónicas o agudas.
Se puede presentar en aquellos con disminución
en la producción, defectos en la síntesis por daño
hepático, consumo deficiente de aminoácidos,
aumento de las pérdidas por vía gastrointestinal y
como resultado de procesos renales. El 20 % de los
pacientes pueden presentar hipoalbuminemia en el
momento de su hospitalización 1. Perfectamente, un
paciente con anorexia, con un peso muy por debajo
de su ideal y un índice de masa corporal de 16 kg/
m2, puede tener una albúmina de 3,0 g/dl, mientras
que uno en la unidad de cuidados intensivos con un
politraumatismo grave, puede tener valores menores
de 2,0 g/dl 2.
Los niveles de albúmina pueden estar influenciados
por el estado nutricional, pero tiene poco valor en la
evaluación o seguimiento del estado nutricional. Aun
así, siguen siendo citados por muchos médicos como
parte de la evaluación nutricional. El principal factor
que afecta la concentración de la albúmina sérica, es
la tasa de fuga transcapilar al fluido intersticial. Este
escape se encuentra notoriamente aumentado en la
enfermedad, como parte del síndrome de respuesta
inflamatoria sistémica (Systemic Inflammatory Response
Syndrome, SIRS), dando lugar a una disminución de las
concentraciones de albúmina en plasma 3,4. Es inevitable
que durante el periodo posoperatorio y en casos de
infección grave, los pacientes tengan concentraciones
bajas de albúmina plasmática. Entre más grave sea la
enfermedad, menores son sus niveles y peor es el pronóstico.
Por lo tanto, es claro que en un paciente en
estado séptico o postraumático, o que presente algún
tipo de lesión, los niveles de albúmina sérica no pueden
ser el factor determinante para retardar o suspender la
cirugía ni ningún otro procedimiento; primero, porque
dichos niveles no se normalizan mientras que la lesión
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permanezca y, segundo, porque la vida media es de
20 días.
Los niveles de albúmina bajos debidos a la inflamación
aguda, deben normalizarse a las pocas semanas
de su resolución. Por lo tanto, cuando la hipoalbuminemia
es persistente, se debe investigar un proceso
inflamatorio de base. Las citocinas (TNF, IL-6) son
secretadas como parte de la respuesta inflamatoria
fisiológica al estrés debido a la presencia de trauma,
sepsis o infección, que disminuyen la albúmina sérica
por mecanismos como incremento de la permeabilidad
vascular, incremento en la degradación o disminución
en la síntesis.
No se sabe a ciencia cierta si la hipoalbuminemia
es solamente un indicador de desnutrición proteica
grave y que esta por sí misma sea una causa de incremento
de morbimortalidad, o si es un factor de riesgo
independiente de la muerte. En un metaanálisis de
estudios de cohorte, se encontró que, con cada 10 g/L
de disminución de la albúmina sérica, la mortalidad se
incrementaba en 137 % y la morbilidad en 89 % 1. Sin
embargo, es claro que la disminución de los niveles de
albúmina es un factor predictor importante de morbimortalidad,
sobre todo en los pacientes en cuidados
intensivos y en aquellos con enteritis regional. Además,
se sabe que la hipoalbuminemia incrementa el riesgo
de reintubación del paciente 5-7.
Existen otros tipos de indicadores de evaluación
nutricional, como la prealbúmina, conocida actualmente
como la transtirretina. Esta es la proteína
transportadora de la hormona tiroidea y tiene una vida
media en plasma de 2,5 días. Las concentraciones de
prealbúmina y de la proteína ligadora de retinol caen
rápidamente por debajo de niveles normales, cuando
la síntesis de proteína es deficiente, y son bastante sensibles
a la intervención nutricional 8. Estas dos son las
primeras en elevarse cuando se disminuye la síntesis
hepática de las proteínas de fase aguda y se revierte
favoreciendo la síntesis de prealbúmina y de proteína
ligadora de retinol 9. En los pacientes en estado crítico,
el seguimiento dos veces por semana de la transtirretina,
junto con los niveles plasmáticos de las proteínas
de la fase aguda, puede ser una forma de evaluar la condición
metabólica (anabolismo Vs. catabolismo). Aun
así, solo con la presencia de parámetros inflamatorios
estables, los niveles de transtirretina son reflejo de un
adecuado suplemento nutricional.
Una de las mediciones sencillas, infortunadamente
no muy empleada en nuestro medio, es la fuerza de
prensión en la mano, comúnmente conocida como
dinamometría de mano. Esta medición cuantifica la
fuerza muscular, la cual se correlaciona adecuadamente
con la proteína corporal total, se encuentra afectada
por la malnutrición 10,11, y es un factor predictor significativo
de la calidad de vida y de la longevidad 12. Las
mediciones seriadas muestran la evolución negativa
o positiva del paciente y son más representativas en
hombres que en mujeres.
Finalmente, según Soeters 12, “el mundo médico y
de nutrición han aceptado tácitamente el hecho de
que, además del desequilibrio de nutrientes, la actividad
inflamatoria es una parte integral del estado de
malnutrición y que, para diagnosticar la malnutrición,
estas anomalías deben ser de tal grado que lleven a una
función y composición corporal anormales”.
En esta publicación, además, tenemos la traducción
de las “Guías de manejo parenteral para pacientes con
enfermedad renal y hepática”. En el caso de las enfermedades
hepáticas, se escogieron la esteatohepatitis
alcohólica, la cirrosis hepática y la insuficiencia hepática
aguda; allí se especifica cómo debe ser el manejo de los
macronutrientes y de los micronutrientes en los enfermos
en quienes la nutrición por vía oral o entérica es
insuficiente. Generalmente, este tipo de pacientes cursa
con un estado nutricional deficiente, el cual se agudiza
cuando disminuye aún más el aporte nutricional, por
diferentes razones. Inclusive, el déficit en el aporte proteico
favorece el catabolismo endógeno, empeorando
aún más la condición crítica, por lo que el soporte con
nutrición parenteral es indispensable.
En casos de enfermedad renal aguda, la terapia con
nutricional parenteral es obligatoria. Esta entidad se
presenta con mayor frecuencia en los pacientes de
cuidado intensivo y, generalmente, se acompaña de
falla de otros órganos. En esta traducción se incluye el
manejo de la nutrición parenteral en insuficiencia renal
crónica y en pacientes con hemodiálisis o en terapias
de reemplazo renal continuo. Además, se enseña cómo
se realiza la nutrición parenteral intradialítica y con
diálisis peritoneal continua ambulatoria. Incluso, es
clara la relación directa que existe entre la desnutrición
y la predicción de la mortalidad hospitalaria.
El aporte local a esta publicación resume los trabajos
de investigación que fueron presentados en el congreso
anual de la Asociación Colombiana de Nutrición
Clínica (ACNC), realizado en Cartagena.
Contamos, también, con un artículo titulado:
“Gestión y contratación del nutricionista dietista en
las actividades asistenciales en Colombia”, el cual trata
sobre las actividades de los nutricionistas, informa
Editorial
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sobre la escala salarial, y describe los tipos de contrato y
el número de profesionales contratados por institución.
Este artículo se encuentra avalado por la Asociación
Colombiana de Nutricionistas Dietistas (ACODIN),
entidad que es la que hace el seguimiento a esta temática.
Sin embargo, dada su relevancia, lo consideramos
de gran interés para los miembros de la ACNC.
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Correspondencia:
Patricia Savino, ND, MBA, CNSD
patricia.savino@gmail.com
Bogotá, D.C., Colombia
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